¡Y cuando vuelva a recordar, volveré a sentir!
Te conocí en septiembre, mes bonito septiembre. Nuestros hijos nacieron en septiembre…
… Algunos años después.
Concretamente trece años después. Bonito número el trece.
Hicimos un proyecto juntos, en el número trece, número trece.
Mi hermana se casó un trece y mi padre se hizo eterno también un trece, exactamente el mismo trece que nació uno de mis mejores amigos.
Nos sentábamos en las escaleras detrás del instituto, ¿Recuerdas? Éramos muy jóvenes.
Todo era campo allí, hoy es el barrio de retamas. Entonces si eran retamas.
Allí, entre esas retamas nos empezamos a conocer.
Parece que fue ayer, pero ya hace tiempo. Siempre me sonreías y yo te observaba.
Te observaba, te observaba y me llegaba tu sentir. Tu intensidad, eras pura intensidad conmigo. Eres.
… ¿Te vienes a la discoteca?… Claro que sí.
Seguí observando, la bondad de tu corazón, el corazón más puro que he conocido. No quería que nadie hiciese daño a ese corazón
Pero yo sí lo hacía, era joven, una niña herida que hería, y un niño herido.
Pero tú me sanaste y me mostraste el amor, el más puro e incondicional amor. De esos amores que duran eternamente. Y yo te sané.
Ojalá todo el mundo pudiese vivir un amor así, un amor que no desaparece, un amor que se va multiplicando.
Un amor que comparte todo, que regala todo, … Todo a dos.
Y así, a dos construimos todo, y seguimos construyendo. Me duele tu dolor y a ti te duele el mío.
No te aprisiono, ni tú me encadenas.
… Nos conocimos jugando al billar…
Me miraste a los ojos y lo supiste, y no has dejado de mirarte en ellos.
Quedé para siempre en tus pupilas.
Solo había un dulce, un dulce a medias. Y desde entonces todo a medias. Dulces, dulces, dulces.
El tiempo no ha cambiado la forma de amar.
Tu olor, tu suavidad, tus manos.
No te gusta mi romanticismo y tú sin serlo, eres la persona más romántica que conozco.
Tu amor sin límites, tu ayuda, tu comprensión incondicional…
No hay palabras.
No le temo a nada. Me pueden seguir hiriendo, cortando mi piel y mi carne, si estás a mi lado, sé que puedo.
No me importa, pero no a ti, no quiero que sufra tu piel, ni tu carne.
Soy egoísta, lo prefiero en mí. Mi carne es dura, de acero, lo decía mi padre, y es cierto…
El dolor se olvida, queda solo el recuerdo en la piel.
En la piel quedan los tatuajes de la vida, gracias a ellos vivimos…
Escuché una vez que hay que parir con dolor, pero yo no parí con dolor.
Tú estabas allí, no hubo dolor; sin embargo, mi carne se rompió, también sin dolor y la quisieron arreglar, sin dolor…
No tenía arreglo, pero todo pasó sin dolor. Finalmente hubo una opción. Otro surco profundo en mi piel.
Y aunque no lo creas, no sufrí dolor.
Estabas allí, a mi lado, todo el tiempo.
Y con ese dolor vino nuestro primer milagro.
Tú y yo en un nuevo ser.
No hay palabras.
En mí no hubo dolor, pero sentí vuestro dolor, ese sí, vuestras lágrimas, vuestro miedo.
Y por eso soy egoísta, no quiero veros como yo, yo puedo, sé que yo puedo. Pero puedo con el vuestro.
Cosas de la vida ¿Servirá de algo? ¿Qué propósito escondido habrá?
Quizás saber que hay cosas mucho peores y dar las gracias porque haya pasado así …
Después de todo, me siento afortunada. Creamos de nuevo otro milagro.
Pero observando la vida hoy… pienso… Tanta muerte. Tanto dolor, tanto miedo, tanta agresión.
Sin embargo, a tu lado me sigo sintiendo yo, y volveré a sentir. Soy la misma niña. Tu niña.
Volveré a sentir.
El paso del tiempo nos invita,
a percibir que somos eternos,
y las alas de nuestras almas infinitas,
nos llevarán de nuevo a nuestro cielo.
Cuando nuestros cuerpos se transformen,
convirtiéndose en polvo de estrellas,
cuando las alas de los ángeles se acerquen
y al infinito nos guíen junto a ellas.
Volveremos de nuevo a encontrarnos,
tras esas luces amorosas.
Sentiremos de nuevo el cosquilleo,
de esas eternas mariposas.
Regresarán, como siempre, a nuestro rostro,
los calores y los sonidos del viento,
y sus susurros nos dirán despacito…
… Volveremos a vernos.
Escucho atentamente sus mensajes,
profundamente, se clavan en mi pecho,
llegan a mí como un ave preciosa,
y me muestran que todo es perfecto.
Llegan como un pequeño colibrí,
y se cuelan desde mi ventana,
abro sus hojas, miro mi jardín
y bajito escucho tus palabras.
Colibrí o colorida mariposa,
o blanca luna o lobo gris.
Cualquiera de ellos trae tu mensaje:
¡volveré junto a ti!
Todas las cosas que juntos compartimos,
todas las batallas y retos que apostamos,
todo lo que creíamos que habíamos perdido,
resultó que lo habíamos ganado.
Viajamos por el camino que creíamos recto,
y él nos condujo a nuestra victoria,
resultó ser el sendero perfecto,
años de camino, de espinas y de rosas.
Soy pasión, soy rima y soy verso,
soy letra sencilla de tu mejor canción,
tú eres prosa, el conjunto perfecto,
la mejor poesía la creamos los dos.
En algún momento regresaremos,
a vivir y a disfrutar de este calor,
a prender de nuevo el mejor incienso,
y a escuchar de nuevo nuestra canción.
Y esas nubes de incienso traerán a tu memoria,
las gotas de lluvia, mi balcón florido,
el recuerdo de un beso, una frase amorosa,
frío invierno, calor de abrazos y suspiros.
Antiguas caricias traerán a tu memoria,
la manera perfecta de regresar a mí,
y las ganas inmensas de escuchar las notas,
las notas de estos versos que me acercan a ti.
Los recuerdos de ambos crearán el milagro,
el milagro de encontrarnos aquí nuevamente,
y aunque estemos entonces en el viaje eterno,
se que existiré mientras tú me recuerdes.
No llegues a olvidar que el amor llenará,
ese hueco vacío que mi cuerpo dejó,
y junto a tu cuerpo volveré a disfrutar,
luz de noche, paz de día y amor.
Seguir siempre presente en tus hermosas memorias,
llorar frente con frente y de nuevo reir,
volveremos unidos a contar mil historias,
y como la ausencia hiere, ¡volverás junto a mí!
Y ese día que volvamos a encontrarnos,
con los ojos cerrados, tu silueta en mí,
encontrarás que el tiempo viajará más despacio,
y de nuevo a tu lado ¡Volveré a sentir!
– Marié
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